MUSCULO ESQUELETICO
El músculo esquelético está formado por
haces de células cilíndricas muy largas y plurinucleadas, que presentan estriaciones
longitudinales y transversales. Su contracción es rápida y está sujeta (salvo
por raras excepciones) al control voluntario. Obedecen a la organización de
proteínas de actina y miosina y que le confieren esa estriación que se ve
perfectamente al microscopio. Son usados para facilitar el movimiento y
mantener la unión hueso-articulación a través de su contracción. Son,
generalmente, de contracción voluntaria (a través de inervación nerviosa),
aunque pueden contraerse involuntariamente. El cuerpo humano está formado
aproximadamente de un 90% de este tipo de músculo y un 10% de músculo cardíaco
y visceral.
Los músculos
tienen una gran capacidad de adaptación, modificado más que ningún otro órgano
tanto su contenido como su forma. De una atrofia severa puede volver a
reforzarse en poco tiempo, gracias al entrenamiento, al igual que con el desuso
se atrofia conduciendo al músculo a una disminución de tamaño, fuerza, incluso
reducción de la cantidad de orgánulos celulares. Si se inmoviliza en posición
de acortamiento, al cabo de poco tiempo se adapta a su nueva longitud
requiriendo entrenamiento a base de estiramientos para volver a su longitud original,
incluso si se deja estirado un tiempo, puede dar inestabilidad articular por la
hiperlaxitud adoptada. El músculo debido a su alto consumo de energía, requiere
una buena irrigación sanguínea que le aporte alimento y para eliminar desechos,
esto junto al pigmento de las células musculares, le dan al músculo una
apariencia rojiza en el ser vivo.